¿Qué elementos debe tener una historia empresarial?
El título de esta columna es muy pretencioso, ya que para la creación de historias empresariales, resulta imposible definir una fórmula exacta que nos asegure la atención de nuestra audiencia de la manera deseada (incremento en ventas, posicionamiento de un producto, transmisión de conocimiento, etc.).
Está comprobado científicamente que las historias son componentes esenciales de nuestra memoria y una de las mejores opciones que tenemos al momento de comprender el mundo y relacionarnos con este; no tenerlas en cuenta en cualquier estrategia de comunicación, sería desperdiciar la mejor oportunidad que tenemos de conectarnos de forma sincera y emocional con las personas y lograr que se identifiquen con nuestro mensaje.
Al momento de contar historias empresariales, contamos con diferentes opciones narrativas. Por un lado se encuentra la creación de una historia “tradicional”, es decir, una narrativa que cuenta con la estructura clásica de Inicio, nudo y desenlace o exposición, confrontación y resolución. Este tipo de historias suele contar con ciertos elementos en común que las hacen memorables:
Personajes irresistibles:
Los escritores colombianos Ricardo Silva y Juan Gabriel Vásquez, afirman que el punto de partida de una historia es la definición de un personaje, y que este da paso a analizar el conflicto y la trama. En la medida de lo posible, debemos procurar que los personajes que construyamos sean creíbles y que las personas se pueda identificar fácilmente con ellos. Por lo general, aquellos personajes que en nuestras historias realizan acciones similares a las de nuestra audiencia obtienen resultados favorables, al contrario de aquellos con los que las personas no se sienten identificados.
Mensaje Claro:
¿Qué deseamos resaltar con nuestra historia? ¿Qué es lo que queremos que las personas vislumbren de forma clara? El fin de nuestra historia no siempre se debe presentar de forma literal, sino a través del subtexto, ese mensaje principal que no se anuncia de manera explícita, sino a través de las acciones de los personajes y el desarrollo de la trama.
Conflicto:
Toda historia gira en torno al deseo de su(s) protagonista(s) por obtener algo, y es a partir de ese incidente, el cual genera un cambio en el estado de los eventos (llamado a la aventura), que se comienzan a entrelazar una serie de eventos y aspectos, que más allá de estar contenidos en un inicio, nudo y desenlace, forman parte de un arco narrativo con diferentes puntos de trama (momentos en los que una historia puede tomar diferentes caminos).
Trama estructurada:
Una vez tenemos definido el mensaje, conflicto y personaje(s), es hora de analizar la trama. De acuerdo a esto se podría decir entonces que una historia no es más que la suma de una narrativa más una trama. La trama surgirá, en la medida que arreglemos todo el material disponible (personajes, escenarios, conflicto, diálogos, ritmo, punto de vista, descripción, etc.) de forma coherente y en una línea de tiempo con sentido. Con respecto a la trama el novelista E. M. Forster dijo: “La narrativa es: El rey murió y luego la reina murió. La trama es: El rey murió y la reina murió de pena”.
Sin embargo, debemos tener cuidado al utilizar historias, pues si no las elaboramos de la forma adecuada, pueden llegar a ser percibidas por nuestra audiencia, tanto interna como externa, como mensajes poco serios y/o sin sentido.
También es importante aclarar que al momento de contar historias empresariales, no solo disponemos de narrativas con una estructura de historia. Existen otras opciones como el copywriting, las columnas, crónicas y/o los manifiestos, que sin necesidad de presentar una estructura de historia, son formatos narrativos que nos brindan diferentes opciones para hacer sentir bien a nuestra audiencia y que tratados de la manera adecuada, dan una visión clara de eso a lo que le apostamos en la vida a nivel personal o corporativo.
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