Streaming: remedio y futuro de la industria musical
En 1999 estaba en boca de todos un nuevo sistema en línea que permitía que las personas compartieran sus colecciones de música en formato MP3: Napster, el primer servicio de P2P que funcionó en el mundo y que trajo consigo una gran controversia porque planteaba un sistema de distribución en línea que no estaba regulado y que se tomó como una violación a los derechos de autor, tanto de los artistas como de las disqueras.
A partir de ese momento la música empezó a llegar a todo el mundo a través de la red. El fenómeno de Napster dio un giro drástico a la industria y rápidamente comenzaron a surgir otros servicios similares como Kazaa, LimeWire y, de forma más reciente, BitTorrent, que han sido el centro de un debate legal que aún no se ha cerrado y que ha llevado a cientos de artistas y sellos disqueros a redefinir no sólo sus estrategias de negocios, sino también la relación con sus seguidores.
El 9 de enero del 2001 un nuevo giro se produjo con la llegada de iTunes, una plataforma que demostró por primera vez que Internet no podía ser visto como un enemigo, sino también como un aliado para melómanos y para artistas. La idea fue simple: una biblioteca de artistas, de todo género, increíblemente amplia, en un negocio regulado bajo la ley, que permitiera a las personas acceder a nuevos álbumes desde sus computadoras, administrar la música y disfrutarla en sus iPods.
Y como en todo buen negocio, no tardaron mucho tiempo en aparecer alternativas. En este caso sistemas de streaming de audio: plataformas que a través de Internet transmiten música, no en archivos de mp3 sino en paquetes de datos mucho más pequeños (conocidos como packets) que viajan de una dirección IP a otra, lo que garantiza que el flujo de información sea constante y la música pueda ser escuchada sin interrupciones.
¿La ventaja? Librerías inagotables de música por las que las personas no debían pagar ni descargar. Last.fm (2002), Pandora (2005) y Grooveshark (2007) son quizás los primeros nombres que se hicieron populares en este nuevo mercado. Sin embargo, en los últimos años este sector, antes emergente, se ha venido consolidando y hoy existen muchas otras opciones como Deezer, Spotify, Jango, entre otros, que le han dado un nuevo rumbo a la industria.
Factores de éxito:
1. Tecnología
Los desarrollos tecnológicos han permitido que la música sea accesible a más personas en casa, los ha alejado de las discotiendas y ha ampliado las librerías de música disponibles de manera exponencial desde que Napster llegó a Internet.
Otra característica que tienen estos servicios a su favor, de frente a sistemas de descarga o plataformas de venta en línea como iTunes, es que los oyentes pueden escuchar su música favorita sin ocupar ningún espacio en sus discos duros o aparatos reproductores.
Sin embargo, el evento tecnológico más determinante, fue la llegada de los smartphones y su capacidad de conectarse a Internet en todo momento. La conectividad que permiten los teléfonos inteligentes permitió crear aplicaciones que hoy hacen posible acceder al streaming de música desde cualquier lugar. – Según un informe de emarketer.com, solamente en EE.UU, el número de usuarios que escuchan música en sus smartphones, aumentó de 60.5 a 70.3 millones de usuarios entre el 2012 y el 2013 y se estima que para el cierre de este año, esa cifra bordeará los 150 millones de oyentes de radio digital o streaming.
2. Calidad
El problema principal de descargar música en plataformas como Napster, LimeWire o Ares radicaba en que la calidad de los archivos era muy baja, debido principalmente a la compresión de los mismos y a que las canciones no estaban completas o incluso resultaban ser un tema diferente al que el usuario esperaba. Además, su codificación desordenada dificultaba su organización en plataformas como iTunes, Windows Media Player o Winamp, sin contar el riesgo constante de encontrarse con un virus al momento de reproducirlas.
El streaming elimina por completo estas dificultades. La transmisión por ‘packets’ mejora notablemente la calidad, ya que transmite un archivo musical dividido en muchas ‘capas’ de datos, lo cual permite que fluyan datos de forma constante, la compresión disminuya y la entrada de software malintencionado quede prácticamente descartada.
3. Variedad
Uno de los factores de éxito más llamativo de las plataformas de streaming, tanto para artistas como usuarios, es la variedad de artistas y géneros que es posible encontrar, una característica que le ha abierto la puerta a cientos de artistas emergentes y que, al mismo tiempo, le ha ayudado a los fanáticos de la música a descubrir bandas y solistas que difícilmente hubieran podido hallar en la radio convencional.
Diseñando el modelo de negocio
Existen dos grandes categorías para clasificar los servicios de streaming de música:
Radio personalizada e interactiva
La mayoría de estos servicios funcionan de tres modos: uno gratuito, sujeto a publicidad, en el que las personas no deben pagar por obtener música; y uno freemium, es decir, servicios que ofrecen un servicio de streaming sin pago por un periodo de prueba, pero que cuentan también con una versión paga, libre de publicidad, o que exigen un pago para poder seguir utilizando el servicio una vez finaliza dicho período, Finalmente, existen modelos como BeatsMusic que funcionan únicamente por suscripción.
La radio personalizada, entonces, depende de una mezcla de financiación por publicidad y por suscripciones.
Radio personalizada no-interactiva
Dentro de esta categoría se encuentran plataformas como LastFM, Pandora, Jango o el mismo iTunes Radio, y se diferencian de las anteriores porque las listas de reproducción dependen de algoritmos que siguen los servicios para armar listas de reproducción de acuerdo con los gustos de los usuarios.
Mientras en el modelo anterior los oyentes pueden escoger artistas, canciones, álbumes o listas manualmente, en este tipo de servicios el algoritmo utilizado es el que elige las canciones para las listas de reproducción y las canciones generalmente no pueden escucharse de forma repetida.
Publicidad ¿un mal necesario?
En los dos modelos mencionados, el uso de la publicidad suele ser la mayor fuente de ingreso, bien sea por el costo de la pauta a las compañías o por las suscripciones que pagan los oyentes para eliminar dicha pauta.
Es importante anotar que estas plataformas deben pagar una cuota para poder transmitir y almacenar música en su librería. Los artistas ganan de acuerdo con el número de reproducciones de sus canciones. Sin embargo, estas ganancias son de sólo una fracción de dólar, o incluso de centavos de dólar, así que si no hay mayor volumen de reproducción, no es muy alta la ganancia.
Dos apuestas innovadoras
Spotify lanzó recientemente un nuevo componente que le permite a artistas emergentes vender mercancía y boletos para conciertos, un ejemplo de cómo los servicios de streaming de música podrían empezar a cambiar una industria que aún depende de ‘singles’ y ‘hits’ para sobrevivir.
Esta apuesta por abrirle espacios gratuitos de e-commerce a los artistas puede representar no solo nuevas fuentes de ingreso, sino también el surgimiento de relaciones comerciales exclusivas entre artistas y servicios de streaming: creación de álbumes exclusivos, conciertos auspiciados por la plataforma, e incluso producciones libres de costos de difusión, accesibles únicamente a través de estos sistemas.
También se destaca el caso de Beats, plataforma creada por Dr.Dre, que ha logrado algo significativo para el sector: darle un ‘No’ rotundo al uso de publicidad. El servicio, que cuenta con listas de reproducción curadas por profesionales – de portales como Pitchfork o Rolling Stone – funciona únicamente a través de suscripciones, que tienen un costo mensual de 10 dólares. Una apuesta que más temprano que tarde dará sus frutos y que se alinea con modelos de éxito como el que ha consolidado a Netflix, en el sector audiovisual.
La clave de la consolidación de estas plataformas radica no solo en los oyentes, sino en la adopción y empoderamiento de las nuevas generaciones de artistas y productores. En la medida en que bandas y solistas exploten las oportunidades que estos espacios han comenzado a ofrecerles, y entiendan que el sustento de su actividad ya no radica en la venta de CDs, sino en el diseño de experiencias que van más allá del estudio, la industria musical tiene en Internet, en las comunidades digitales de seguidores y en los servicios de streaming, sus mejores aliados para convertirse en un sector inagotable.
Imágenes: Escuchando música en móvil y Música en smartphones en Shutterstock